Una historia de tránsitos y tradiciones:

El fundo Factoría y el estero de Reloncaví.

Por: Fundación Nativos.
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“A la Patagonia la llaman

sus hijos la Madre Blanca.

Dicen que Dios no la quiso

por lo yerta y lo lejana,

y la noche que es su aurora

y su grito en la venteada

por el grito de su viento,

por su hierba arrodillada

y porque la puebla un río

de gentes aforesteradas.

Hablan demás los que nunca

tuvieron Madre tan blanca,

y nunca la verde Gea

fue así de angélica y blanca

ni así de sustentadora

y misteriosa y callada.

¡Qué Madre dulce te dieron,

Patagonia, la lejana!

Solo sabida del Padre

Polo Sur, que te declara,

que te hizo, y que te mira

de eterna y mansa mirada”.


Extracto de “Patagonia, la lejana”, Gabriela Mistral.

La Patagonia, tierra a veces desconocida y misteriosa, pero no por eso inexplorada y admirada por valientes compatriotas y extranjeros que, guiados por diversos propósitos y creencias se sumergieron en las profundidades de sus bosques y montañas. A continuación relataremos la historia del fundo Factoría, que no se puede separar de su entorno: el estuario de Reloncaví. Conocemos su pasado a raíz de relatos de viajeros y expediciones, cargados de prejuicios, pasiones y emociones. Estemos atentos para distinguir y comprender que los valores del pasado no son necesariamente los de la actualidad, lo que nos sirve para reflexionar; apoyar o cambiar.

¿Quiénes había?

¿Quiénes fueron los valientes que penetraron esos bosques de alerce cuando todavía no había ni un solo rastro humano?

La décima región se encontraba habitada por numerosos indígenas, algunos relacionados y otros diferentes al pueblo mapuche. Sin embargo, a la mayoría los conocemos según el nombre que los mismos mapuches les daban, a pesar de que probablemente poseían un nombre, lenguaje y cultura propia, e incluso, en algunos casos no eran siquiera un único pueblo.

El estuario de Reloncaví, por el lado del archipiélago, era habitado por los huilliches o “gente del sur”, mientras que en la cordillera vivían los puelches o “gente del este”, también conocidos como indígenas “pampas”. Eran grupos nómades provenientes de las islas de Chiloé y de la cordillera oriental. Los primeros, de tradición marítima que ingresaban al estuario guiados por la pesca y recolección de mariscos; los segundos, descendían por los valles fluviales en busca de alimentos.

Los indígenas considerados huilliches de Chiloé, vivían en completa dispersión por el archipiélago. “La razón era muy concreta, en este contexto geográfico había muy pocas alternativas para construir una economía de subsistencia, de allí que los indígenas vivían de la marisquería en las costas de las islas del mar interior, del cultivo de tubérculos en zonas costeras y la recolección de productos” (Moreno, 2011). 

Por otro lado, los puelches habitaban en las tierras cordilleranas de la actual Argentina, alrededor de la laguna Nahuelhuapi. Vivían en lugares no productivos a causa de las heladas y nevadas, lo que los llevaba a cazar e ingresar a otros hábitats en busca de alimentación. Famosas fueron las “malocas”, que eran ataques a otros grupos en búsqueda de alimentos, con saqueo y enfrentamientos; provocando relaciones belicosas con los demás pueblos indígenas vecinos. “Es por esta razón que los españoles y los indígenas de Chiloé denominaban a los grupos de la cordillera despectivamente como ‘Vuriloche’, ‘Gueñaca’, ‘Hueñohueño’, entre otros. Lo que en lengua mapuche significa ‘come carne por atrás’ y ‘ladrón’” (De la Maza, 1994/1995).

De esta forma, desde los tiempos indígenas los valles vecinos y el mismo estuario de Reloncaví eran usados como vía de tránsito para buscar alimentos, atravesando densos bosques, ríos, mar, lagos y lagunas. Si bien los motivos han cambiado, veremos que esta característica se ha mantenido a lo largo de la historia, forjando la identidad del estuario de Reloncaví y sus alrededores.

¿Quiénes llegaron?

Los que siguieron fueron los miembros de la Compañía de Jesús, conocidos como jesuitas, orden religiosa que llegó al territorio chileno en 1593 y buscaron introducir la fe cristiana a través de la evangelización. Con este propósito establecieron misiones en lugares indígenas estratégicos, buscando ampliar el cristianismo y la soberanía española en la Patagonia.

El estuario de Reloncaví era un lugar fundamental porque, “Como consecuencia del dominio mapuche en gran parte del territorio de la IX y X región, las ciudades españolas al sur del territorio mapuche, como la zona de Chiloé, quedaban aisladas del dominio español. Por este motivo, el estuario de Relocaví se visualizará como una de las entradas al continente para acceder al norte, por la cordillera oriental” (De la Maza, 1994/1995).

Así, las rutas hacia el norte por la cordillera oriental fueron un elemento fundamental para la corona española, provocando como consecuencia la fundación de una misión en el lago Nahuelhuapi, lago en el que actualmente se encuentra ubicada la ciudad de San Carlos de Bariloche.

Los caminos terrestres para llegar fueron principalmente dos, “el camino de las Lagunas” y el “camino de Vuriloche”. Ambos se iniciaban en el estuario; el primero era sumamente difícil, y el segundo estuvo perdido muchos años. La zona volvía a ser un espacio de tránsito, en el que caminaban los religiosos buscando evangelizar y conectar los territorios que la corona española reclamaba para sí. Esta tarea era ardua, así lo dejan ver los testimonios jesuitas:

“Anduve dos montañas a pie, porque no se puede de otra suerte, y que es el camino tan malo que no tengo yo palabras para explicarlo. También se pasa un río caudaloso que llaman Peulla, sobre piedras agudas; y quizá este es el mayor trabajo, porque se a de vadear más de veinte veces, y en algunas partes llega hasta la cintura, y además es tan rápido, que si alguno cae en su corriente tiene gran riesgo de la vida. Pasé la primera montaña descalzo con una cruz, y trayendo en una bolsa el breviario y mis libros de devoción” (Olivares, 1874:513).

Los jesuitas fueron expulsados de América en 1767; el año 1771 continuó su labor en la zona la orden religiosa de los Franciscanos. Sin embargo, paralelo a la evangelización, “había también otro problema mayúsculo (…) Los indígenas de Chiloé (…) estaban sujetos a la encomienda y el servicio personal” (Moreno, 2011). Así, la actividad ganadera y la extracción de alerce fue adquiriendo importancia de la mano del dominio español. De todas formas, el lenguaje indígena poseía numerosas terminologías acerca del árbol y sus utilidades, lo que podría demostrar su uso desde tiempos antiguos.

Finalmente, y como consecuencia de los trabajos forzosos a raíz de las instituciones españolas, los primeros habitantes de la zona fueron desapareciendo, producto de la esclavitud y la trasmisión de enfermedades a las que no estaban acostumbrados.

Al disminuir la presencia indígena las misiones dejaron de ser necesarias, dando espacio para actividades que siguen presentes hasta el día de hoy, como la ganadería y la explotación del recurso forestal. A mediados del siglo XIX, el Estado chileno y particulares comenzaron a tomar el mando de las exploraciones. Las antiguas rutas que habían usado los indígenas para buscar alimento; los jesuitas para evangelizar y hacer soberanía; los españoles para conseguir esclavos y trabajar los alerzales; comenzaban a ser utilizadas para exploraciones científicas y para el intercambio comercial con el oriente de la Cordillera, territorio que en 1881 pasaría a ser argentino.

¿Quiénes se quedaron?

De a poco, habitantes provenientes de Chiloé fueron repoblando la zona en busca de nuevas tierras para la explotación forestal y ganadera. “Las vías de comunicación continuaron las sendas antiguas; el mar unido por el estuario, desde Puerto Montt a Cochamó y el tránsito terrestre a la Argentina” (De la Maza, 1994/1995). A las rutas cordilleranas antiguas se sumó una senda por el valle de Cochamó y Manso, conocido como el Paso León.

Gran impulso para este proceso fue la fundación en 1903 de una Sociedad Agrícola y Frigorífica en Cochamó, que trajo consigo un impulso económico para el recién formado pueblo, aumentando el comercio y las relaciones con Argentina. Alrededor de 1915 la Compañía quebró, y Cochamó y sus alrededores quedaron aislados del resto del país, situación clave en la formación del carácter actual de la zona.

El trabajo forestal desarrollado desde el principio; la pesca y recolección de mariscos heredadas de los primeros habitantes; y la crianza de animales proveniente de la colonización española; continuaron teniendo un importante rol en la economía del pueblo, pero manteniendo un carácter de subsistencia. La comunicación marítima y las rutas terrestres a través de la cordillera siguieron siendo vías fundamentales. De esta forma, “Cochamó conjugaba dos tradiciones, una tradición marina relacionada con el estuario de Reloncaví y Chiloé, y una tradición cordillerana en su relación con el valle y su contacto permanente con Argentina” (De la Maza, 1994/1995). Las rutas que recorrían los valles y el estuario eran parte de la historia e identidad del lugar.

¿Quiénes están hoy?

 Ante este proceso de desconexión, el fundo Factoría no quedó ajeno. Desde 1871 se convirtió en un astillero, un punto de comercio y embarque de maderas, y también, en un almacén en donde se vendía de todo. Probablemente fue uno de los pocos sitios para comercializar que existían en la zona. Se extrajeron principalmente mañío y alerce, madera que era enviada al norte vía Puerto Montt. La ganadería era otra actividad que se desarrollaba en el lugar.

Con el transcurso del tiempo el aislamiento disminuyó. La llegada de la electricidad en 1970, la creación del camino terrestre a Puerto Montt por el lago Llanquihue en el año 1985, y la llegada de pesqueras desde 1989, han dejado de lado el rasgo de “isla”. Se suma a lo anterior el desarrollo del turismo, que ha comenzado a utilizar las antiguas rutas terrestres y marítimas para sus fines (cf, sitio web Municipalidad de Cochamó).

 El año 1993 el destino del fundo Factoría cambió. Este se hizo parte de la sociedad Parques del Estuario, que propone realizar un proyecto de conservación, uso y goce, educación y restauración del área silvestre presente en el lugar. Se busca preservar la naturaleza y características ecológicas a través de la creación de un parque privado orientado a la conservación de la biodiversidad; sobre todo considerando que es un lugar ideal para la regeneración del alerce, especie considerada reliquia por sus requisitos específicos de conservación; y a su cercanía al parque nacional Vicente Pérez Rosales, ayudando a la conformación de un corredor biológico y permitiendo la protección de las especies desde la cordillera hasta el mar" (cf, Yunis Kretschmer, 1994/1995).

Actualmente sus propios socios se propone crear un parque escuela, con el fin de “generar experiencias concretas con la naturaleza profunda (…) [para ver] emerger en nosotros algo que parecía dormido; nuestra humanidad” (Comisión Plan de Desarrollo, 2021).

Bibliografía

- Municipalidad de Cochamó. www.municochamo.cl.

- Comisión Plan de Desarrollo, 2021

- Yunis Kretschmer, Karl. (1994/1995). Proyecto de Diseño e Integración Local de un Parque Privado. Fundo Factoría Sur, Estuario de Reloncaví, X región, Chile. Sección I.

- De la Maza, Francisca. (1994/1995). Proyecto de Diseño e Integración Local de un Parque Privado. Fundo Factoría Sur, Estuario de Reloncaví, X región, Chile. Sección II.

- Olivares, Padre Miguel. Historia de los jesuitas en Chile. Colección de historiadores de Chile. Tomo VII, Santiago, 1874.

- Moreno J, Rodrigo A. (2011). El Archipiélago de Chiloé y los Jesuitas: el espacio geográfico para una misión en los siglos XVII y XVIII. Magallania. Punta Arenas. 39(2), 47 - 55.

https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22442011000200004

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